Por: Regina Rodríguez
En el Perú existe un gran número de refugiados venezolanos que cuenta con al menos una carrera técnica o universitaria. Ellos migraron debido a la crisis económica que estaban sufriendo en su país natal, llegaron para ganar dinero y poder mantenerse ellos mismos y/o a sus familias.
En el censo 2020 de la Cámara Empresarial Venezolana-Peruana (Cavenpe), de las 692 personas encuestadas a nivel nacional, el 80% están concentradas en Lima y el 47% tienen estudios superiores completos (técnicos, universitarios y post grado); sin embargo, el 90% de los censados no ejercen su profesión. Además, según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes venezolanos (R4V) habrá 1, 45 millones de personas migrantes y refugiados venezolanos para finales del 2022.

A raíz de estas cifras, el Estado se ha preocupado en brindar oportunidades a este sector de la población para que labore de manera legal en el país. Por ello facilitaron un carné de Permiso Temporal de Permanencia que desde julio de este año cuenta con una vigencia de dos años hasta que los extranjeros regulen su estado migratorio. Además, desde el 2018, los extranjeros pueden solicitar el reconocimiento de sus títulos profesionales a través de la Sunedu.
Para conocer más de este tema, se realizó una entrevista a la venezolana Andrea Medina quien llegó al Perú desde hace cinco años. Ella se tituló como psicóloga clínica en el año 2016 en la Universidad Yacambú del estado de Lara; en realidad se iba a titular un año antes, pero por culpa de los paros producto de la crisis económica, los trámites demoraban, así que solo estaba a la espera de su titulación para poder migrar como había planeado.
¿Cómo inició esta nueva travesía y cuáles eran tus expectativas al llegar a Perú?
Para aclarar, Perú no fue una de mis primeras opciones, yo salí de Venezuela apenas obtuve mi titulación. Primero fui a Ecuador donde planeaba quedarme en la ciudad de Manta, pero lamentablemente, hubo un terremoto que puso en crisis al país, entonces vi que no era el mejor momento para permanecer allí y decidí irme para los Estados Unidos, en Florida. Pero, aquí había otro problema con respecto a la visa y conseguir la documentación. Por ello, viajé a Colombia donde una amiga iba a abrir una oficina de ventas donde yo iba a trabajar, sin embargo, para hacerlo tuve que invertir en algunos trámites migratorios, sin embargo, esto estaba llevando tiempo y a la vez me descapitalizaba. Como vi que esto tampoco iba a resultar, escuché que en Perú estaban facilitando los papeles y decidí venir para acá, vía terrestre.
¿Qué es lo primero que hizo una vez arribó a nuestro país? ¿Pasó algunas dificultades?
Yo no conocía mucho acerca del país, aun así, llegué a las oficinas de migraciones agotada y deprimida porque este era mi cuarto intento migratorio en el mismo año. Pero, en ese entonces vi un muro grande con la imagen de Machu Picchu con una frase que, si recuerdo bien, decía: “Hay un lugar donde volverás a creer en la magia” y yo cuando lo leí me dio como una pequeña esperanza. Y así llegué, y antes le pregunté a una amiga de Facebook, peruana, que me recomendara un buen sitio donde hospedarme en Lima, me sugirió uno en Barranco, me quedé un par de noches ahí donde me cobraban 80 soles por día, entonces uno de esos días visité a esa amiga que vivía en Surco. Ella se quedaba en un departamento y me presenta con la dueña del lugar, la señora muy amable se indignó cuando supo que estaba quedándome en un hotel, así que me ofreció uno de los minidepartamentos que estaban terminando de construir donde tendría que pagar 300 soles mensuales, muy barato, no lo pensé mucho y entonces al día siguiente ya me estaba mudando.
¿De qué manera usted pudo solventarse económicamente?
Conseguí mi primer trabajo como moza en un restaurante recién inaugurado cuyos dueños eran una pareja de esposos cuzqueños, eran muy buenos conmigo, me decían “chamita”; a veces me compraban cosas que podría necesitar, siempre trataron de ayudarme. Pero ellos tuvieron que volver al Cuzco, porque la señora había quedado embarazada y sentían que criarlo en Lima iba a ser un poco difícil, pues el estilo de vida aquí es un poco acelerado. A veces, ellos me llamaban invitándome a ir al Cuzco, me decían que me iban a dar trabajo allá, pero decidí quedarme aquí y que bueno que lo hice porque un tiempo después, esto fue en diciembre, en finales de enero (2018) conocí a quien vendría a ser mi actual pareja, un peruano que estudió psicología como yo y, actualmente, tenemos más de cuatro años de relación.
¿Tenía familiares que dependían de usted?
No, casi toda mi familia decidió quedarse en Venezuela y tenían algunos recursos con los que podían cubrir algunas necesidades, sin embargo, sí enviaba apoyo económico a mi hermana pues es madre soltera.
¿Usted tenía en mente, de alguna manera, ejercer su carrera como psicóloga en Perú?
Sí, cuando llegué averigüé un poco de cómo conseguir el permiso y vi que se tenía que pagar como cinco mil soles y hacer unos cursos extras, pero mi prioridad era trabajar, así que no podía hacer los trámites en ese momento. Pero cuando conocí a mi actual pareja, pude ejercer gracias él, ya que junto a su papá tenían un consultorio y me permitieron trabajar junto a ellos. Los psicólogos tenemos la capacidad de poder hacer nuestra labor en cualquier parte del mundo sin necesidad de poder titularme en otro país, lo único que no podía hacer era emitir alguna documentación; además esta es mi vocación y tenía que seguir adelante. Hasta que llegó la pandemia, tuvimos que cerrar y adaptarnos a la nueva virtualidad, hasta julio de este año que pudimos abrir un nuevo consultorio, esta vez fue por iniciativa mía.
Continuando con el tema de mi colegiatura, recién la obtuve en diciembre del año pasado, porque fue otra oportunidad que se me presentó, la verdad que es increíble, yo no buscaba nada y las cosas llegan. En octubre del año pasado por ahí, me llaman y me dicen: “Tú eres psicóloga, te queremos ayudar para que tengas tu colegiatura, somos una ONG, te vamos a asesorar con todos los trámites y a parte te vamos a dar una ayuda económica para que tú puedas legalizar tu título aquí en el Perú” ―Esta ONG se llama Hias que brinda tanto apoyo psicológico como orientación lega, laboral, entre otros―.
¿Tiene en mente, en algún momento, poder regresar a tu país natal o planeas quedarte en el Perú muchos años más?
Yo he podido visitar a mi familia alguna vez hace un año, ojalá para este enero que viene pueda regresar a Venezuela, pero son para quedarme, pues ahora tengo planes de vida aquí, metas como seguir trabajando, desde que me colegié se han presentado muchas oportunidades, incluso quisiera seguir estudiando, hacer un posgrado. Además, otra de mis metas es poder ver a mi familia al menos dos veces al año y construir mi propia familia acá, en Perú, con mi pareja actual. Ahora estoy proyectada porque tenemos cuatro años y medio juntos, me siento feliz y muy estable; él y su familia me han ayudado muchísimo en mi proceso de adaptación. Me gusta el Perú, me gusta la economía actual, muy aparte de lo que se está viviendo ahora, pero estoy muy agradecida con lo que este país me ha dado y quisiera dar alguna retribución a los peruanos a través de mi profesión.