
El pasado domingo 15 de junio, un sismo de magnitud 6.1 sacudió Lima y Callao a las 11:35 a.m., según reportó el Instituto Geofísico del Perú (IGP). El epicentro fue ubicado 30 km al suroeste del Callao y tuvo una profundidad de 49 km. El movimiento fue sentido en más de 50 distritos, generando temor y afectaciones diversas.
La señora Mercedes Cuadros, vecina del distrito de Carabayllo, contó cómo vivió el momento:
“Estaba en la cocina con mis 3 hijos cuando todo empezó a temblar. Me asusté mucho porque no sabía qué hacer exactamente ya que tengo un esposo delicado de salud y 2 mascotas. Nadie nos ha enseñado bien qué hacer si pasa esto fuerte otra vez”, relató visiblemente afectada.
Lamentablemente, una persona falleció y al menos cinco resultaron heridas, además de daños estructurales en viviendas, centros comerciales y colegios. Uno de los más afectados fue el centro educativo La Flor, en Carabayllo, donde hubo evacuación de emergencia.
Yarda Gómez, subdirectora del colegio La Flor, explicó:
“Tuvimos que evacuar sin sistema de alarma. Aunque tenemos protocolos, los alumnos estaban nerviosos. Este evento nos recuerda que necesitamos más simulacros y mejor preparación desde las aulas”.
Para el ingeniero civil David Maguiña, egresado de la Universidad Nacional Federico Villarreal, este tipo de sismos evidencian un problema crónico en el país:
“No basta con tener protocolos escritos. La educación preventiva debe ser práctica y constante, especialmente en colegios públicos. También falta una cultura urbana de evaluación de riesgos en viviendas y calles”.
Pese a que existe la Ley N.º 29664 que regula el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (SINAGERD), su implementación es dispareja. El Perú aún carece de un sistema de alerta temprana plenamente operativo, como lo confirmó el jefe del IGP, Hernando Tavera, quien afirmó que está en proceso de implementación.
El sismo también reactivó campañas barriales de prevención y organización vecinal en zonas como Villa El Salvador, Comas y Carabayllo, donde jóvenes y brigadistas han impulsado talleres de evacuación y señalización de rutas seguras.
Más allá de los daños, el evento representa una oportunidad para revalorar la educación sísmica desde las escuelas, los hogares y los medios de comunicación. Como expresó Mercedes Cuadros: “No quiero volver a sentirme así de indefensa. Ojalá aprendamos todos y enseñemos a los más chicos”.
Por: Jose Inga