El ascenso de José Jeri a la presidencia no fue el resultado de una campaña electoral arrolladora, sino de una coyuntura marcada por renuncias, alianzas tácticas y vacío de poder. Lo que comenzó como una carrera legislativa discreta terminó con la banda presidencial en su pecho.
Su llegada al Ejecutivo ha despertado una mezcla de optimismo y cautela en diversos sectores. Para algunos representa un relevo generacional con propuestas de orden y estabilidad; para otros, un salto institucional con frágil sustento político.
El camino a la presidencia
El nuevo mandatario inició su carrera pública en medio de un Congreso fragmentado y una crisis de representación. Sus primeras apariciones estuvieron ligadas a iniciativas sobre seguridad ciudadana y reformas institucionales, lo que le permitió posicionarse como una figura moderada dentro del hemiciclo.
Desde Diario La Otra Cara presentamos una línea de tiempo con los hitos que marcaron su recorrido político: Desde sus primeros años de vida hasta el día en que asumió el máximo cargo del país. Cada momento permite entender cómo un perfil que parecía periférico terminó convertido en el rostro central de un nuevo ciclo político.
Lo bueno y lo malo
La presidencia de Jeri arranca con expectativas cruzadas. Sus primeras declaraciones apuntan a impulsar la seguridad ciudadana, fortalecer la lucha contra la corrupción y estabilizar la economía en un contexto incierto. Su capital político, sin embargo; depende de un Congreso volátil y de una ciudadanía que observa con desconfianza.
En este escenario presentamos un balance con cinco ventajas y cinco riesgos que enfrenta su gestión. Se trata de un panorama que no solo revela oportunidades de liderazgo, sino también los desafíos que podrían definir la duración y el alcance de su mandato.
De: Rodrigo Huertas
