
El pasado sábado de septiembre, el auditorio Dai Hall estuvo lleno tanto de personas como de cantos. Tonos de guitarra y violín acompañaron a la cantante protagonista del concierto que se dio en este auditorio del Centro Cultural Peruano Japonés, originado de una colaboración única luego de una década.
Mio Matsuda es una cantante folclórica japonesa, se crió en una familia amplia y estuvo constantemente influenciada por los dones artísticos de sus padres; sin embargo, fue el fado (música tradicional portuguesa) lo que la impulsó hacia el camino del canto profesional.
Allá por el lejano 2012, Mio Matsuda dio un concierto junto con el compositor peruano Mario Orozco, siendo este evento parte de su viaje de descubrimiento cultural de los diferentes países de Latinoamérica. Esta investigación multicultural tardó aproximadamente más de 10 años en concretarse, un tiempo que Mio no tuvo en cuenta al principio, pero que ella misma confirmó que valió la pena.

Flor criolla es el nombre de su proyecto iniciado hace más de 10 años, un proyecto que la llevó a conocer la cultura musical de países latinos como Brasil y Argentina, claramente también Perú; no obstante, fue Brasil el lugar que más la marcó positiva y emocionalmente; ello se puede intuir en su acento brasileño cuando habla en español.
Mio volvió al Perú este 2025 como parte de su proyecto, y de manera ocasional se contactó con el Centro Cultural Peruano Japonés en busca de una colaboración, como en los viejos tiempos, para dar un concierto criollo. El centro nikkei, fusión de la cultura japonesa y peruana, aceptó la propuesta y le otorgó el auditorio Dai Hall como la última vez.
Como resultado de su dedicado proyecto, Mio Matsuda, financiada por la Japan Foundation, viajó hasta Jesús María, hacia el centro cultural y al escenario Dai Hall, junto a su equipo. En la guitarra se encontraba Taku Fujii y en el violín, Tanehiko Sekiyima; ambos acompañaron instrumentalmente a la japonesa de corazón latino en un recital de cánticos que lo demostraba.
Inició con una canción homónima al nombre de su álbum y proyecto: Flor criolla. Siguió con una canción titulada “Moreno” y un merengue venezolano.
En medio del concierto llegó Ricardo Villanueva para acompañarla con su guitarra. Durante su presencia fue su secuaz musical en una canción sobre los Andes y las montañas.
Aunque pareciese que ya no iba a haber más instrumentos, aún había una silla vacía en el escenario, que más tarde sería ocupada por el guitarrista Santiago Coco Linares.

Un viaje auto gestionado, una gira latina y miles de recuerdos imborrables. Mio Matsuda es una clara exponente de la fusión musical entre criollismo japonés y latino, en el cual, por su puesto, se encuentra el criollismo peruano.
De: Wilson Díaz