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Arequipa en alerta naranja

El Instituto Geofísico del Perú (IGP) reforzó la vigilancia y comunicación cerca al volcán Sabancaya, luego de que se incrementará el proceso eruptivo. El nivel de alerta volcánica está en color naranja por representar un peligro a los pueblos aledaños

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Peligro real. Es el volcán más joven del complejo volcánico y el único que ha entrado en erupción en el tiempo histórico. Foto: Andina.

Este volcán, ubicado en la provincia de Caylloma, al noreste de Ampato y al sudeste Hualca Hualca, región Arequipa, tiene erupciones confirmadas desde 1750 y se caracteriza por explosiones, actividad freática y caída de ceniza. Según el último boletín por el IGP emitido el 3 de noviembre de este año, el cráter demuestra una actividad eruptiva constante lo que mantiene en un nivel de alerta color naranja, que significa erupciones moderadas y sostenidas, con emisiones de gases, vapor y ceniza que pueden afectar a las comunidades cercanas.

Lo último en registrar

Durante la última semana del mes morado y los primeros meses de noviembre, se registró una explosión moderada el 1 de noviembre, con una columna de gases y ceniza que alcanzó aproximadamente 1,300 metros sobre la cima del cráter. Además, se detectaron 66 eventos sísmicos relacionados con el movimiento interno de fluidos magmáticos en el interior del volcán.

Las emisiones de dióxido de azufre (SO₂) alcanzaron las 233 toneladas por día, mientras que el radio de afectación directa se mantiene por debajo de los 10 kilómetros alrededor del cráter. Las autoridades recomiendan a la población no acercarse a menos de 12 km del volcán y tomar precauciones por caída de ceniza, como el uso de mascarillas o paños húmedos para cubrirse la nariz y boca, además del cerrado de puertas y ventanas de las viviendas.

Un volcán sin descanso

El Sabancaya no deja de emitir ceniza, gases y explosiones desde noviembre de 2016, cuando inició su actual fase eruptiva, lo que lo convierte en uno de los volcanes con mayor actividad en el país.

Este volcán forma parte del complejo volcánico Ampato–Sabancaya–Hualca Hualca, que se ubica en los Andes del sur peruano. Sus erupciones documentadas se remontan a mediados del siglo XVIII, aunque las más recordadas ocurrieron entre 1990 y 1995, cuando las columnas de ceniza obligaron a realizar evacuaciones preventivas y afectaron las rutas turísticas del valle del Colca.

Riesgos y zonas vulnerables

Los peligros asociados al Sabancaya son la caída de ceniza volcánica (polvo que afecta la salud), los flujos de lodo (mezcla de agua y ceniza), y en escenarios más extremos, flujos piroclásticos (nubes calientes de gases y rocas). Estos pueden afectar en especial a los distritos de Maca, Achoma, Yanque y Chivay, en el valle del Colca. Según un estudio del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (INGEMMET) se estima que, en un escenario de alta actividad, más de 35, 000 personas podrían verse afectadas por los impactos directos o indirectos de la erupción.

Monitoreo especializado y plan de gestión

El Centro Vulcanológico Nacional (CENVUL) lidera el monitoreo permanente del Sabancaya mediante una red multiparamétrica que incluye sismómetros, sensores de gas, cámaras de alta resolución y receptores GNSS para medir la deformación del terreno.

Actualmente, el volcán cuenta con seis estaciones multiparamétricas, dos receptores GNSS, tres cámaras científicas y un sensor multigas que transmiten información en tiempo real. Estos datos alimentan los boletines semanales y alertas públicas que difunde el Instituto encargado del monitoreo.

El Perú tambien cuenta con mapas actualizados de peligro volcánico para este volcán en específico, que son elaborados de manera conjunta por el IGP y el INGEMMET, que permiten identificar las zonas más expuestas y diseñar rutas de evacuación y medidas de prevención.

Dicho documento, llamado “Estrategias para la prevención y mitigación del riesgo volcánico” propone reforzar los sistemas de alerta temprana, mejorar la comunicación con las comunidades y mantener rutas de evacuación claras en zonas de riesgo. También plantea una coordinación constante entre gobiernos locales, Defensa Civil y ministerios, para que la respuesta sea rápida y organizada ante cualquier cambio en la actividad del volcán.

Un constante reto

Aunque el Sabancaya no ha mostrado señales de una erupción de gran magnitud, su actividad sostenida exige mantener la vigilancia. Para los científicos, el principal desafío es convertir los datos técnicos en mensajes claros que la ciudadanía pueda comprender y aplicar.

“El monitoreo no solo se trata de medir la energía del volcán, sino de traducir esa información en acciones concretas que salven vidas”, señalan desde la entidad encargada del seguimiento en su último informe publicado.

De: Piero Aponte

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