Composición: Deborah Madueño

El recorte de fondos afecta áreas cruciales para la universidad, desde la investigación hasta los servicios estudiantiles. En particular, se estima una reducción en los recursos destinados a laboratorios, becas para estudiantes de bajos recursos, y programas de ayuda que son vitales para los estudiantes. La Universidad Nacional Agrícola de la Selva (UNAS) ha sido reconocidas por su contribución en la investigación agrícola, forestal y ambiental, áreas que ahora corren el riesgo de estancarse. 

“La investigación es una de las primeras áreas que se verá afectada. Los proyectos que estaban en marcha, muchos de ellos financiados por fondos públicos, podrían detenerse por completo. Esto no solo pone en riesgo el desarrollo académico, sino también el avance de tecnologías agrícolas esenciales para la región amazónica”, explicó uno de los profesores de la Facultad de Agronomía, que prefirió mantenerse en el anonimato. 

Consecuencias para los estudiantes 

Los estudiantes también son uno de los grupos más golpeados por el recorte. Muchos de ellos dependen de los programas de apoyo que ofrece la universidad, como becas y subsidios para alimentación y alojamiento. Con menos recursos disponibles, las oportunidades de acceder a una educación de calidad se reducen, sobre todo para aquellos que provienen de zonas rurales y económicamente desfavorecidas. 

Gino Lavado, estudiante del quinto ciclo de Ingeniería Forestal, expresó su preocupación: “Vengo de una comunidad alejada y, sin el apoyo que recibo aquí como la residencia, sería muy difícil continuar mis estudios. Me preocupa mucho que los programas de ayuda se vean limitados por la falta de presupuesto, conozco a muchos chicos que viven prácticamente del comedor que nos brinda la universidad”. 

La respuesta de las autoridades 

El rector  Milthon Muñoz Berrocal ha expresado su preocupación con los recientes cambios en el presupuesto anual. Se espera que las autoridades universitarias inicien conversaciones con el Ministerio de Educación para intentar mitigar el impacto de los recortes, aunque las expectativas no son del todo optimistas. El rectorado ha emitido un comunicado en el que asegura que se hará todo lo posible para mantener los servicios esenciales, pero que la austeridad será inevitable. 

La capital tiene que darse cuenta de que estamos aquí  

Nos comunicamos con el estudiante de Ingeniería Informática y Sistemas, Alberto Quispe Lavado, quien pertenece desde hace un año al consejo estudiantil de la UNAS. 

Él nos comenta que la noticia ha sido un golpe muy duro para todos los alumnos, pues la mayoría de los estudiantes provienen de familias de bajos recursos y dependientes de los servicios que ofrece la universidad, como los comedores y las becas. Se ha tenido una constante comunicación con las autoridades por el tema, pero aún no hay algo claro sobre cómo afecta realmente a la universidad. Dentro de esto nos surge también la preocupación de que muchos estudiantes quizá abandonen la universidad debido al cese de beneficios.  

Los alumnos realizaron manifestaciones pacíficas coordinadas con el consejo estudiantil para hacer que sus reclamos sean escuchados por toda la región y por sobre todo en la capital. Además, se tiene proyecto realizar una carta con los análisis de las causas que obtendrá la universidad por el decreto de urgencia.  

Una de las ramas afectadas es la de investigación por el cierre de sus laboratorios el recorte se mantiene, muchas áreas de investigación podrían paralizarse y el número de profesionales graduados en áreas clave como la agricultura y la ingeniería forestal se reducirá. Esto afectará no solo a la universidad, sino a toda la región, ya que dependemos del conocimiento que se genera aquí para mejorar las condiciones de vida en la Amazonía. 

El panorama es incierto, pero los estudiantes y docentes de la Universidad Nacional Agraria de la Selva están decididos a hacer todo lo posible para que su universidad continúe siendo un faro de conocimiento y desarrollo en la región, pese a los duros tiempos que se avecinan.

Por: Deborah Madueño

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