Cansados. Miles de jóvenes se dirigieron al Congreso en rechazo al gobierno. Foto: EFE.com
En los últimos días, el país ha sido escenario de una serie de manifestaciones que combinan el paro de transportistas con las marchas lideradas por jóvenes de la llamada “generación Z”.
Las protestas, registradas principalmente en Lima y el sur del país, muestran un nuevo impulso ciudadano frente al descontento social y político que arrastra el Perú desde hace varios años.
Los jóvenes exigieron la derogación de la reforma de pensiones (Ley N.º 32123), que obliga a mayores de 18 años a afiliarse a una AFP u ONP, y rechazaron la falta de representación política, la inseguridad y la corrupción gubernamental.
Asimismo, las marchas reunieron a miles de jóvenes en Lima y en al menos siete regiones, convocados principalmente a través de redes sociales como TikTok, Instagram y X (Twitter).
El rol de los jóvenes
De acuerdo con la socióloga Hilda Otoya, las recientes marchas revelan una transformación en la forma en que los jóvenes se relacionan con la política.
“Estamos viendo una generación que, pese a su aparente desinterés inicial, ha encontrado en las redes sociales y en la protesta un canal para expresar frustraciones acumuladas. No se trata solo de una reacción al paro, sino de una búsqueda de identidad y de representación frente a un Estado que no los escucha”, explica Otoya.
La especialista sostiene que las nuevas generaciones “usan el espacio público como escenario simbólico”. “Son marchas menos ideológicas y más emocionales añade, pero profundamente políticas porque interpelan directamente a las instituciones.”
La voz ciudadana
En medio de las movilizaciones, Juan Gerardo Valdorraga, ciudadano entrevistado en el centro de Lima, reflexiona sobre el despertar juvenil en un contexto de crisis social:
“La verdad, pienso que la juventud de ahora no piensa mucho en su país. Hay bastante individualismo, pero ha reaccionado, aunque un poco tarde. Así sea tarde, la reacción ha sido buena.”
Para Valdorraga, las protestas representan una oportunidad de despertar colectivo, pero advierte que el cambio no depende solo de Lima ni de los jóvenes:
“No depende solo de ellos. Depende de todos los departamentos del país. Así como en su momento el sur no apoyó a Lima, ahora se repite. Lima necesita al sur, pero las divisiones regionales siguen pesando.”
Cuando se le pregunta si las protestas son hoy el único camino para ser escuchados, responde con firmeza:
“Actualmente sí. Sabemos que vivimos en un país corrupto, y la gente ya no encuentra otra forma de hacerse oír.”
Por: Angel Chicasaca