La presidenta Dina Boluarte mantiene solo un 3 % de aprobación a nivel nacional, según la última encuesta realizada por Datum Internacional. Esta cifra representa el nivel más crítico de respaldo para un mandatario peruano en más de 40 años y el rechazo que hay en todas las regiones y niveles socioeconómicos.
La encuesta muestra que la desaprobación hacia la mandataria llega al 94 %, con niveles aún más altos en regiones del norte y centro, donde el rechazo alcanza el 96 %. El estudio también revela que el respaldo popular en los sectores más vulnerables es apenas del 1 %, mientras que en Lima y Callao apenas llega al 3 %.
Durante los primeros meses de 2025, diversas encuestas de Datum e Ipsos han evidenciado una desconfianza sostenida hacia el Ejecutivo y el Legislativo, con la aprobación presidencial estancada entre 3 y 4 %, mientras que el Congreso mantiene una desaprobación superior al 88 %. Este fenómeno no es nuevo, ya que en octubre del 2024, Boluarte ya alcanzaba 92 % de rechazo, convirtiéndose en una de las presidentas con menor respaldo en América Latina. Lo que vuelve este escenario especialmente grave es que ni eventos de alto perfil internacional como APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico) ni proyectos como el puerto de Chancay han logrado revertir la tendencia.
El estancamiento en la aprobación está vinculado a la falta de liderazgo visible, escasa comunicación política y la persistencia de escándalos vinculados al Ejecutivo. El Gobierno enfrenta dificultades para conectar con las prioridades ciudadanas, como la inseguridad, el desempleo y el alza del costo de vida.
Según Durga Ramírez, doctora en ciencias políticas y sociología, este nivel de rechazo tiene precedentes en el contexto histórico del Perú; refleja una percepción de gobierno ausente que ha sido incapaz de generar empatía o respuesta efectiva frente a las crisis que vive el país, una crisis profunda de legitimidad que ya no puede explicarse sólo por hechos puntuales, sino por una desconexión estructural entre el Gobierno y la ciudadanía. Además señaló que, aunque no es sinónimo de crisis institucional inmediata, sí representa una amenaza seria a cualquier estrategia de reactivación política por parte del Ejecutivo.
Con solo 3 % de respaldo, la presidenta enfrenta una de las crisis de legitimidad más profundas registradas en la historia presidencial peruana. La encuesta muestra un rechazo transversal y exacerba la presión política sobre un Gobierno ya debilitado. Para revertir esta tendencia, el Ejecutivo deberá diseñar una estrategia clara de comunicación, mejorar la gestión de temas prioritarios y demostrar capacidad de respuesta ante los principales desafíos nacionales.
Por: Diego Chávez