
Mientras en el Congreso se discuten los alcances legales, en los barrios la situación ya es parte de la vida diaria. En muchas calles concurridas, los vecinos conviven con trabajadoras sexuales, clientes y policías en un escenario cargado de tensiones.
Conversamos con una vecina del Centro de Lima donde esta actividad es frecuente, para conocer su percepción sobre la propuesta y la realidad que enfrenta día a día. Ella prefirió el anonimato.
Señora, ¿cómo es vivir cerca de esta zona donde se concentran las trabajadoras sexuales?
Ay joven, es un lío pues. Mire, yo ya tengo años acá y esto siempre ha sido así: peleas, la bulla hasta la madrugada. Uno ya se acostumbra porque no queda otra, pero igual molesta. Imagínese, a veces mis nietos no pueden dormir bien por los gritos. Y no es solo la bulla, también la suciedad… al día siguiente encuentra botellas, bolsas, hasta condones tirados.
¿Ha tenido algún problema directo o incidente con esta situación?
Problema fuerte no, gracias a Dios. Pero sí miedo. Por ejemplo, cuando regreso tarde, veo grupos de hombres tomando o molestando, y uno no sabe qué van a hacer. Prefiero cruzar la pista o caminar rapidito. Y las chicas mismas también sufren, yo misma he escuchado cuando las corretean como si fueran delincuentes, y eso tampoco está bien.
¿Qué piensa de las mujeres que trabajan allí?
Mire, cada quien se gana la vida como puede. Yo no las voy a juzgar, porque fácil muchas tienen hijos, familias, y no encontraron otra chamba. Lo que da pena es que nadie las protege, están expuestas a todo: clientes abusivos, policías, serenazgo.
La congresista Susel Paredes propone una ley para regular el trabajo sexual. ¿Qué opina usted de eso?
Bueno, yo pienso que ya era hora pues. Porque ahorita todo es a la mala: ni ellas tienen seguridad ni nosotros tranquilidad. Si se regula, de repente trabajan en lugares más seguros, con salud, con control. Y para nosotros también sería mejor, porque ya no tendríamos todo en la calle.
En la propuesta también está el artículo 12, que dice que no se puede obligar a las trabajadoras sexuales a hacerse la prueba de VIH, solo si ellas lo aceptan voluntariamente. ¿Qué opina de eso?
Mire, ahí sí no sé si estoy tan de acuerdo. O sea, entiendo que no las pueden obligar porque suena feo, discriminación dicen, pero también hay que ver la otra cara, ¿no? Esto no es vender caramelos, es un tema de salud fuerte. Yo creo que debería haber controles, no para fregarlas, sino para cuidar a todos. Si lo dejan solo a la voluntad, capaz muchas no se hacen nunca la prueba, por miedo o vergüenza, y al final los que viven cerca también estamos expuestos. Entonces, bonito suena en el papel, pero en la práctica… yo pienso que ahí falta un poco más de responsabilidad.
¿Y cómo reaccionan los vecinos en general?
Ah, estamos divididos. Algunos renegamos por la bulla y la basura, otros dicen “ya déjenlas trabajar”. La verdad, el fastidio es más por el desorden que por ellas. A veces la municipalidad viene, hace operativos, las saca a empujones, pero al día siguiente todo sigue igual. Eso es lo que cansa, porque no hay solución de fondo.
¿Qué le diría usted al Estado o a los congresistas sobre este tema?
Que piensen un poquito más en la gente de a pie. Que se dejen de pelear entre ellos y hagan leyes claras. No se trata de fomentar nada, se trata de ordenar, de cuidar la salud, de que ellas trabajen con seguridad y nosotros vivamos tranquilos. Porque ahorita todos estamos fregados: ellas, por no tener derechos, y nosotros, por vivir en el desorden.
Por: Sebastian Campos