
En Lima, una ciudad enmarcada en el consumo rápido y las tendencias efímeras definen el paso de la moda, existe una tienda donde cuece a una revolución silenciosa: la moda sostenible hecha a pulso. Entre casacas estampadas, prendas retro y percheros rebosantes de color, se encuentra Karen Trujillo, quien se dedica a rescatar prendas de segunda mano y transformarlas con mucha creatividad. Conversamos con ella para conocer cómo surgió esta propuesta, qué la inspira y cómo ha logrado conectar con un público que busca estilo sin dejar de pensar en el planeta.
- ¿Qué te inspiró a emprender en el rubro de la ropa de segunda mano en Lima?
Fue en clases de mi instituto, cuando tocamos el tema de moda sostenible, que descubrí mi verdadera vocación. Desde ese momento supe que quería dedicarme a esto, a transformar la ropa y darle una segunda vida con un toque propio.
- ¿Qué beneficios has encontrado en este modelo de negocio?
El beneficio principal es que puedo transformar la ropa y darle mi estilo. Justo ahora la moda sostenible está «de moda», así que ha sido bien aceptada. Me alegra mucho que la gente valore mis diseños. Lo que hago es darle un valor agregado a la ropa, rediseñándola. La gente se dio cuenta que pueden tener una prenda bonita sin necesidad de comprar una totalmente nueva.
- ¿Qué tipo de comentarios o prejuicios has enfrentado y cómo los manejas?
Aún escuchamos comentarios como “¡ay, ropa de muerto!”, pero ya lo tomamos con humor. Para evitar críticas sobre el estado de las prendas, ahora las seleccionamos mejor y siempre aconsejamos a nuestros clientes revisar bien lo que llevan. Es parte de generar confianza.
- ¿Qué representa para ti la moda sostenible más allá del negocio?
Me identifica totalmente. Desde pequeña noté cómo las personas compran cosas solo porque están en tendencia y luego las desechan. Yo creo que deberíamos pensar más antes de adquirir una prenda o cualquier objeto. No hay que comprar por impulso, sino con conciencia.
- ¿Cómo es tu proceso creativo al elegir y transformar las prendas?
Antes compraba en la cachina cerca de mi casa, pero ahora tengo proveedores que ya saben lo que necesito. Esto me permite adquirir más de 200 prendas en un solo lugar y en mejor estado. Trabajo sobre todo con casacas, a las que les pongo estampados propios o personalizados por los clientes. Pero no nos quedamos ahí, estamos ampliando nuestro catálogo.
- ¿Quiénes son tus clientes y qué buscan cuando entran a la tienda?
Buscan algo diferente. Vienen sobre todo por las casacas estampadas o por prendas vintage y retro. Muchos no tienen tiendas de segunda mano cerca, así que llegan desde lugares como Miraflores, Ate, Rímac, Carabayllo, ¡incluso desde provincias!
- ¿Qué mensaje le dirías a quienes quieren iniciar en un emprendimiento como el tuyo o quieren empezar a vestir de forma más consciente?
Que se atrevan. Siempre les digo que no tengan miedo de crear algo “loco”, porque habrá gente que lo va a amar. Si no funciona al inicio, funcionará después. Y a los que quieren vestir con más consciencia: no necesitas marcas reconocidas para expresar quién eres. Elige ropa que te identifique, que te haga sentir bien. Hay muchas tiendas de segunda que tienen propuestas increíbles. Solo hay que atreverse.
Por: Lesly Malma