
La calidad de la enseñanza en el sistema educativo público sigue siendo un desafío estructural. Aunque el Estado impulsa reformas curriculares y profesionalización docente, muchos maestros aún enfrentan una formación inicial limitada que dificulta su labor diaria.
Según el Ministerio de Educación (Minedu), hasta 2023 más del 40 % de docentes egresados de universidades públicas no fueron capacitados en metodologías activas, enfoque intercultural ni herramientas digitales, a pesar de enseñar en contextos complejos como los de Lima Norte.
La profesora Marina Gómez, egresada de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta – y actual docente en un colegio estatal de Carabayllo, confirma esta problemática desde su experiencia directa:
“Nos preparaban más para exámenes que para la realidad del aula. En mi primer año, tenía más de 35 alumnos por salón, pocos materiales y muchas necesidades emocionales. Tuve que aprender sobre la marcha”, comenta.
“Recién años después, con talleres externos y apoyo de otros colegas, entendí cómo aplicar el enfoque por competencias. El Estado te exige resultados, pero no siempre te da las herramientas”, añade.
En distritos como Comas, Puente Piedra y Carabayllo, donde la población estudiantil es amplia y diversa, los desafíos se multiplican. Las brechas tecnológicas, la falta de acompañamiento docente y el rezago en infraestructura afectan el desarrollo del proceso educativo.
A pesar de la implementación del currículo nacional basado en competencias, muchos docentes no han recibido formación suficiente para aplicarlo correctamente. Esto genera frustración, improvisación y desigualdades entre colegios públicos y privados.
Organizaciones como Tarea y Foro Educativo han alertado que la formación docente inicial necesita reformas urgentes: más prácticas reales, acceso a tecnología, acompañamiento permanente y fortalecimiento de capacidades blandas como liderazgo y gestión emocional.
“Nosotros queremos enseñar bien, pero necesitamos condiciones reales. No solo cursos rápidos, sino formación continua y con sentido”, afirma Marina Gómez.
La problemática no solo afecta el rendimiento académico, sino también la motivación de los estudiantes y la permanencia escolar en zonas con alta vulnerabilidad social.
La educación de calidad empieza en la formación del docente. Y si esa base está incompleta, el sistema entero tambalea. Los profesores no solo necesitan vocación, también herramientas para sostenerla día a día.
Por: Jose Inga