
La comida callejera está tan presente en la vida urbana limeña y esto puede convertirse en una amenaza para la salud si no se consume con criterio. Desde enfermedades gastrointestinales hasta la falta de educación alimentaria, la especialista expone los riesgos que muchas veces ignoramos por costumbre o falta de información.
¿Por qué la comida callejera puede representar un riesgo para la salud?
Porque muchas veces se prepara y se vende en condiciones que no cumplen con los estándares básicos de salubridad. La falta de refrigeración, el uso de agua no tratada, la manipulación directa de alimentos sin guantes ni lavado de manos son prácticas comunes. Esto puede llevar a la proliferación de bacterias peligrosas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 600 millones de personas en el mundo se enferman cada año por consumir alimentos contaminados, y América Latina no es la excepción. La comida callejera, aunque deliciosa y accesible, puede ser un vehículo de transmisión de enfermedades si no se manejan protocolos adecuados.
¿Qué enfermedades están asociadas con este tipo de consumo?
Principalmente las infecciones gastrointestinales, muchas de ellas causadas por bacterias como Salmonella, E. coli, Listeria monocytogenes y Shigella. Estas pueden generar desde diarreas simples hasta cuadros graves que requieren hospitalización. En Perú, según reportes del Ministerio de Salud (MINSA), las Enfermedades Diarreicas Agudas (EDAs) representan una de las principales causas de atención médica ambulatoria, especialmente en zonas urbanas donde la comida callejera es abundante. Además, si no se diagnostican o tratan a tiempo, pueden derivar en deshidratación, malnutrición o infecciones crónica
¿Qué tipo de alimentos son los más riesgosos?
Todos los alimentos que requieren refrigeración y son expuestos al ambiente sin protección. Por ejemplo: carnes al paso, anticuchos, hamburguesas, pollo a la brasa, cremas con mayonesa casera, jugos naturales o refrescos preparados con hielo de dudosa procedencia. Estos alimentos pueden contener microorganismos si no son almacenados y cocinados correctamente. Estudios de la Universidad Cayetano Heredia han demostrado que hasta un 40% de las muestras tomadas en carretillas de comida callejera en Lima presentaban presencia bacteriana por encima de los niveles permitidos. El riesgo aumenta si el consumidor no tiene un sistema inmune fuerte o si se repite este tipo de consumo frecuentemente.
¿Cómo influye la educación alimentaria en esta problemática?
Muchísimo. Si las personas supieran identificar cuándo un alimento no es seguro, podrían tomar mejores decisiones. Pero hay una gran falta de educación alimentaria en todos los niveles. Nadie nos enseña a evaluar un puesto callejero más allá del precio o el sabor.
¿Crees que es posible convivir con la comida callejera sin poner en riesgo la salud?
Sí, pero se necesita regulación y conciencia. Los municipios deben capacitar a los vendedores y hacer controles reales, pero también los consumidores debemos aprender a exigir condiciones mínimas. Comer en la calle no debería significar arriesgarse. Por un lado, los gobiernos locales deben capacitar y fiscalizar a los vendedores, promoviendo buenas prácticas. En países como México y Colombia ya existen programas municipales de certificación sanitaria para vendedores ambulantes. Por otro lado, los consumidores deben aprender a observar: ¿el puesto está limpio?, ¿el vendedor usa guantes?, ¿los alimentos están tapados?, ¿hay refrigeración? Comer en la calle no debe ser un acto inconsciente
¿Qué mensaje le darías a quienes consumen comida callejera todos los días?
Que el sabor no lo es todo. Nuestro cuerpo puede resistir muchas cosas, pero no por eso debemos someterlo constantemente a riesgos. Coman con criterio, observen, pregunten, y si algo no les da confianza, mejor evítenlo. La prevención empieza por uno mismo. Suena exagerado, pero una simple infección estomacal puede traer complicaciones serias. Cuidar nuestra salud también es un acto de responsabilidad cultural.
Por: Jose Inga