
Entre clases virtuales, trabajos acumulados y crisis económicas familiares, miles de estudiantes universitarios enfrentan un enemigo silencioso: la Ansiedad. Según el Ministerio de Salud (Minsa), en los últimos cinco años los casos de trastornos de ansiedad en jóvenes de entre 17 y 25 años han aumentado un 34 %, siendo el grupo universitario uno de los más afectados.
A pesar de su impacto, el tema es poco tratado dentro de las propias universidades. Muchas no cuentan con psicólogos suficientes ni campañas activas de prevención emocional. De hecho, la Sunedu reportó que solo el 48 % de universidades licenciadas tienen un sistema activo de salud mental universitaria (2023).
La doctora Yraida Vásquez, egresada de Farmacia y Bioquímica de la UNMSM, explica por qué su enfoque también es válido:
“Desde la bioquímica, entendemos cómo el estrés crónico y la ansiedad pueden alterar los niveles hormonales y afectar el sistema nervioso. Aunque no soy psicóloga, abordamos la ansiedad desde su impacto fisiológico y cómo esto se conecta con hábitos alimenticios, sueño y salud cerebral.”
“Vemos estudiantes automedicándose o consumiendo energizantes para rendir más, sin saber que eso puede empeorar su ansiedad”, advierte.
En las aulas de universidades públicas como la Universidad Nacional Federico Villarreal y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, los estudiantes suelen cargar con múltiples presiones: economía familiar, trabajos de medio tiempo, rendimiento académico y entorno competitivo. Estas condiciones crean un caldo de cultivo para la ansiedad.
“Siento que tengo que rendir el doble porque estudio y trabajo. Hay días que no duermo bien y mi corazón se acelera sin razón. A veces me cuesta respirar antes de dar un examen”, comenta Luis Hinostroza, estudiante de séptimo ciclo de Comunicación.
Además, la ansiedad se manifiesta de distintas formas:
- Trastornos del sueño
- Dificultad para concentrarse
- Dolor de cabeza o fatiga constante
- Episodios de llanto, hiperventilación o ataques de pánico
“Abordar la Ansiedad en los estudiantes requiere un enfoque multidisciplinario: Psicología, nutrición, medicina, apoyo docente. No basta con poner un aviso en la cartelera; hay que integrar la salud mental a la vida académica”, menciona Vásquez.
Las soluciones aún están en construcción, algunas universidades han implementado talleres de mindfulness o meditación, jornadas de salud mental y asesorías psicológicas en línea, pero los recursos aún son insuficientes frente a la magnitud del problema.
Por: Vianca Diaz