CONTROL EN DUDA. Aunque se espera rigurosidad, muchos establecimientos operan sin cumplir correctamente las normas de salud pública. Fuente. Gob.pe
La muerte de cuatro pacientes en el mes de abril por la administración de un suero con fallas en su composición química, elaborado por el laboratorio Medifarma, reabrió el debate sobre la seguridad en la cadena formal de medicamentos en el país.
El caso ocurrió apenas semanas después de que la congresista Heidy Juárez propusiera legalizar la venta de fármacos en bodegas de vecindario y mercados populares, iniciativa que fue rechazada por expertos debido a los riesgos para la salud que implicaba.
Estos hechos han revelado que el sistema de regulación presenta algunas fallas en la supervisión de sus productos, ya que hay locales que ofrecen medicamentos en condiciones inapropiadas e incluso operan con proveedores no verificados.
La licenciada Marina Pariona Bellido, especialista en Farmacia y Bioquímica, explica que en el Perú existen dos tipos principales de establecimientos farmacéuticos: las farmacias y las boticas. “Los propietarios de las farmacias son especialistas.
En cambio, las boticas pueden pertenecer a cualquier persona, aunque deben contar con un profesional farmacéutico a cargo”.
Esta diferencia influye en el enfoque con el que se maneja la venta de los productos: mientras que en las farmacias suelen priorizar la salud pública en general, en muchas boticas el interés comercial tiene más peso.
Las inspecciones a estos locales son anuales, explica Pariona, en las que se verifica el cumplimiento de las buenas prácticas de almacenamiento, la temperatura, la humedad y la adecuada separación de productos, especialmente los que requieren refrigeración.
También existen inspecciones aleatorias que pueden llegar sin previo aviso. “Pueden aparecer en cualquier momento para hacer la visita”, indica.
Estas supervisiones también buscan evitar la circulación de medicamentos falsificados o adulterados, un problema que, según afirma, se presenta con más frecuencia en las boticas.
“El dueño no siempre tiene una formación profesional, y muchas veces su objetivo principal es el lucro”, añade.
A pesar de estas inspecciones, su eficacia puede ser desigual. Las diferencias entre lo que dicta la norma y lo que realmente ocurre en muchos establecimientos revelan las limitaciones del sistema, aunque exista el registro diario de condiciones ambientales y la certificación del personal.
“Todo eso debe estar en regla, pero eso no significa que en la práctica se cumpla al 100 %”, comenta la especialista.
En cuanto al rol de los técnicos en farmacia, Pariona asegura que tienen una formación sólida y que están capacitados para orientar bien al público.
“Conocen bien los medicamentos y saben atender al cliente”, afirma.
Sin embargo, añade que dentro de las grandes cadenas farmacéuticas, la presión comercial puede interferir en el ofrecimiento correcto.
“A veces llega una receta e intentan ofrecer otros productos o cambiarlos por otros que le resulten más rentables al establecimiento”, señala.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha indicado que Perú está entre los cinco países con más incidentes de falsificación de medicamentos, con un mercado ilegal estimado en alrededor de US$ 200 millones anuales.
Las cifras ponen en evidencia que existe una realidad preocupante que exige reforzar la fiscalización.
Autora: Paloma Cerrón