Octavia Boza Castillo creció rodeada de agujas, hilos y palitos de tejer. Su madre, Donatilda, le enseñó desde pequeña el arte del tejido, una habilidad que en su familia se ha transmitido de generación en generación. Lo que nunca imagino fue que aquel
pasatiempo al que dedicaba horas, luego se convertiría en el sustento de su hogar.
Todo empezó en su natal Yauli, Huancavelica, hace más de cinco años. Aunque siempre vendía las cosas que tejía, nunca se lo tomó muy en serio, hasta que empezó a notar que sus productos tenían gran demanda, tanto que incluso llegaban comerciantes desde la capital de la región para comprar y revender los gorros,
guantes, mitones y chalinas que tejía a mano.
La familia de Octavia es usuaria del programa Juntos y está concientizada sobre la importancia de la salud y educación. Por eso, cuando su hijo mayor le dijo que deseaba continuar sus estudios superiores en Lima, no lo pensó dos veces y se mudó
para la capital, instalándose en el distrito de El Agustino junto con sus cuatro hijos: Jhon (20), Magda (17), Diego (8) y Jhairol Jhamil de 2 años.
Ni bien llegó, empezó a buscar un punto en donde poder vender sus productos y se ubicó en la avenida Venezuela, en la esquina del mercado Elio, a una hora y media de su casa. También vende en la avenida Alfonso Ugarte, cerca de supermercados donde
la gente suele concentrarse más.

El invierno es la temporada alta para vender sus productos, porque todos buscan sus tejidos para abrigarse. En el verano las ventas bajan y ofrece otras cosas como llaveros, vinchas y flores tejidas.
A pesar de la dificultad de su trabajo, Octavia ha aprendido a adaptarse y a aprovechar cada oportunidad. Su hijo mayor, consciente de las posibilidades que ofrece el internet, le ha propuesto que empiece a vender sus productos en línea. Octavia ve en esta sugerencia una forma de ampliar su mercado y obtener mayores ingresos.
A pesar de las dificultades, los sueños de esta luchadora mujer siguen intactos. Ahora planea alquilar un pequeño puesto en un mercado de su distrito, para tener un trabajo más estable y estar más cerca de su familia.
Sin embargo, su mayor anhelo, es que sus hijos sean profesionales. Jhon está encaminado en ese reto y Magda ya piensa seguirle los pasos. Ese es el motor que impulsa a Octavia, cada día, a salir a vender sus productos, aquellos con los que teje el futuro de su familia.