
Las semillas transgénicas, modificadas en laboratorio para resistir plagas y aumentar la producción, son presentadas como una alternativa para mejorar la seguridad alimentaria. Pero en el Perú, país biodiverso y exportador de alimentos, su ingreso sigue limitado. El MINAM ha reforzado las restricciones para proteger el entorno natural y mantener un control riguroso.
En 2011, se aprobó la Ley N.º 29811, que estableció una moratoria de diez años para el ingreso y producción de organismos vivos modificados (OVM). Esta restricción, ampliada hasta 2035 mediante la Ley N.º 31111, es supervisada por el Minam a través de la Comisión Multisectorial de Asesoramiento (CMA).
El debate continuo gira en torno al impacto de los OVM en la salud. Por su parte, la asesora de la comisión de la CMA, Flora Luna, ha expresado que los OVM representan un grave riesgo, ya que los estudios muestran su relación con enfermedades como cáncer, Parkinson y alteraciones endocrinas.
En contraste, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha señalado que los alimentos genéticamente modificados actualmente disponibles en el mercado no constituyen un riesgo para la salud humana.
Según el ingeniero ambiental Brandon Pérez, no hay artículos que sustenten que los transgénicos sean peligrosos, aunque “algunos estudios sugieren posibles reacciones alérgicas o efectos a largo plazo”. Sin embargo, reconoce que las preocupaciones sobre su seguridad impulsan a los consumidores a exigir una regulación más estricta y un etiquetado claro.
En materia de biodiversidad, la coordinadora de proyectos del Consorcio Agroecológico Peruano (CAP), Cecilia Mendiola, advirtió que esta característica está en riesgo con la introducción de cultivos transgénicos. Esta preocupación se centra en la posible pérdida de diversidad genética, dependencia de semillas patentadas y afectación a la agricultura familiar.
En defensa de las semillas nativas
Ante el Congreso de la República, organizaciones agrarias presentaron el Proyecto de Ley del Sistema Tradicional de Semillas Nativas, con el fin de proteger y promover el uso sostenible de los recursos fitogenéticos para la alimentación.
Eusebio Vásquez, representante del Grupo Impulsor de Semillas Nativas (GRISEN), advirtió que “el 88 % de los pequeños agricultores siguen conservando las semillas nativas y produciendo alimentos para todo el país con la gran biodiversidad que tenemos en las regiones, pero está en riesgo por el cambio climático y la falta de atención del Estado a las demandas de la pequeña agricultura familiar”.
Tanto el representante como el ingeniero Brandon Pérez coinciden que el cambio climático representa una gran problemática. El experto explica que puede afectar la cadena alimentaria. “Si un solo tipo de cultivo transgénico llega a predominar en una zona, podría hacer que estos ecosistemas sean más vulnerables a plagas y enfermedades.”
La Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex Perú) cuestionó la moratoria sobre organismos vivos modificados (OVM), advirtiendo que esta medida afecta la productividad y competitividad del sector industrial. La entidad respalda su posición en estudios de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), que destacan las ventajas de los transgénicos por su resistencia a plagas, malezas y virus.
Los OVM se inician a través de alternativas viables y sostenibles. Los transgénicos, según el ingeniero ambiental Pérez, pueden introducirse mediante una agricultura orgánica, es decir, un trabajo sin fertilizante, sin insecticidas y con abono orgánico. Por otro lado, afirma que el desarrollo de tecnologías de mejoramiento genético no transgénico “no implica la modificación genética directa”.
Por: Astrid Córdova