En el periodo en que el Perú era gobernado por las Fuerzas Armadas, nacía en Lima una de las luces más grandes que ha conocido el periodismo peruano, Jaime Chincha.
Su carrera no empezó como la de un periodista cualquiera; no entró por una puerta pequeña, como normalmente uno esperaría de un joven.
Fue parte de un equipo que apareció en una de las etapas más cuestionadas de la prensa, de la televisión en general.
En el 99’, cuando se fundó Canal N, él era parte de ese grupo. Su habilidad para entrevistar y su amor por la investigación llamó la atención de otras casas de noticias, donde sería convocado para trabajar.
Cuando los medios superaron la crisis política, exploró otros canales. Frecuencia Latina lo recibió, y aun muy joven estuvo como presentador en los hechos del 11 de septiembre del 2001. La confianza que tenían en su manejo de la noticia era total. Con ganas de seguir explorando más horizontes, pasó por América Televisión, Terra TV y por un periodo corto volvió a apoyar a Latina.
En el 2009 fue parte de la fundación de otro canal, esta vez Willax, donde hizo de todo: fue director, productor y presentador. Un hombre con mucho aprecio por lo que hacía.
En el 2012 asumió la conducción del noticiero matutino “Buenos días, Perú”, en Panamericana Televisión. Durante tres años fue el rostro que daba la noticia del día, y aquel espacio, pese a la competencia, fue nominado en tres ocasiones consecutivas al Premio Luces de El Comercio como mejor noticiero del país.
Volvió a Willax Televisión, esta vez para dirigir Mira quién habla, al lado de Cecilia Valenzuela, con la que ya había trabajado anteriormente, en el programa La Ventana Indiscreta por Frecuencia Latina.
Poco después, entre el 2016 y el 2018, tomó las riendas de “Primer plano”, un programa diario en el que combinaba conducción y dirección. Fue ahí, a comienzos del 2017, cuando un reportaje crítico sobre la crisis de gobierno en Venezuela desató la reacción del régimen de Nicolás Maduro: La embajada en Lima lo denunció ante la fiscalía. La presión no lo detuvo, pero en abril del 2018 decidió dar un paso al costado y tomarse una pausa de las cámaras.
El descanso no fue largo. En octubre del mismo año regresó a la televisión, esta vez en RPP TV, con Nada está dicho, un espacio diario que mantuvo hasta marzo del 2022. A la par, su voz se escuchaba en la radio como conductor de La Rotativa del Aire y Ampliación de Noticias, dos de los programas más emblemáticos de Radio Programas del Perú.
El 2 de mayo del 2022 volvió a la casa que lo vio crecer, Canal N, para dirigir “Octavo mandamiento”, un programa de entrevistas políticas y de actualidad. Allí permaneció hasta el 2024, cuando decidió apostar por un proyecto propio: el podcast La tuerca.
Este año se unió al equipo de La República y condujo un programa por Internet, todo parecía normal la última vez que hizo el programa. Nadie pudo imaginar que el estrés que lo acosaba le cobraría la vida un 7 de septiembre, sorpresa para muchos y tristeza para todos, la información pública recién al medio día con el dato además que sería un velorio privado con pocas personas, quizás no las suficientes para su largo recorrido por los canales del Perú.
Por: Sebastian Campos