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Lima tembló… y Cristal también

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Divorcio entre club e hinchada. Tribunas vacías en el estadio Alberto Gallardo durante el partido entre Sporting Cristal y Deportivo Garcilaso, en medio de la protesta de los aficionados contra la dirigencia celeste.

No hubo fuegos artificiales. Tampoco bombos, ni barras saltando. Solo una mañana nublada, fría, más propia de la tristeza que de la fiesta. En las afueras del Alberto Gallardo, la escena era insólita: más policías que hinchas, más seguridad privada que aliento. Era el Día del Padre en el Perú, pero en el estadio, el vacío pesaba más que cualquier celebración. La ruptura entre el sporting y su hinchada era evidente.

Algunos hijos llegaron con sus padres hasta las inmediaciones, buscaban una conexión más allá del fútbol. Quizás algo de eso fue lo que sostuvo el alma del partido. Porque lo demás —el aliento de siempre, las gargantas rotas, la presión de tribuna— no estuvo presente por el divorcio entre la hinchada y la dirigencia del Cristal. Y sin embargo, se jugó.

Divorcio entre club e hinchada. Tribunas vacías en el estadio Alberto Gallardo durante el partido entre Sporting Cristal y Deportivo Garcilaso, en medio de la protesta de los aficionados contra la dirigencia celeste.

A las 11:00 comenzó el encuentro entre Sporting Cristal y Deportivo Garcilaso, ese equipo cusqueño que sube de a pocos desde “el ombligo del mundo”. El local saltó al campo con un 4-3-3 ambicioso, con Paulo Autuori firme desde el área técnica, brazos cruzados, esperando que el gol llegara rápido. Pero el tiempo pasaba y nada. Ni siquiera el tanto de ‘Canchita’ Gonzáles al minuto 24, que fue anulado por posición adelantada. Era el mejor de Cristal, movía al equipo con inteligencia y ritmo. Pero aún no bastaba.

Entonces, pasó lo que nadie esperaba.

Minuto 35. La tierra se movió. Un temblor de 6.1 con epicentro en el Callao interrumpió todo. El estadio se paralizó. El megáfono pidió calma. Algunos evacuaron la tribuna Oriente, por estar demasiado cerca al río. Una nube de polvo cubrió parte del campo: una porción del acantilado detrás del estadio se desplomó y levantó esa humareda que por minutos se sintió como niebla de guerra. El silencio era total.

El temblor se impuso al juego. el estadio Gallardo quedó cubierto de polvo tras el desprendimiento causado por el sismo de 6.1 durante el Cristal vs. Garcilaso.

Autuori, inmutable, aprovechó el parón para dar indicaciones. Los hinchas —pocos pero valientes— no se movieron. Se mantuvieron firmes, protegiendo a sus hijos, vigilando el cielo, quizás recordando otros temblores, los de la ciudad y los del corazón. Esa imagen, la de un padre abrazando a su pequeño con la camiseta de Cristal, dice más que el marcador.

Cuando volvió el fútbol, volvió también la vida. Como si el sismo les hubiese dado una inyección de energía. Como si la tierra les hubiese dicho: “ahora o nunca”.

Penal para Cristal. Cauteruccio al frente. Remate seco, certero, sin temblores. 1-0. El gol que se le había negado a Autuori durante 25 minutos, llegó apenas se calmó la tierra. Cosas del destino.

Pero Garcilaso no fue menos. Con alma y coraje, empató desde los doce pasos a través de Pablo Erustes. Luego, otra vez Cristal con el segundo: córner, jugada rápida y gol de Gonzáles que por fin fue válido. Pero la montaña rusa seguía. Golazo de Adrián Ugarriza para el 2-2. El partido no daba tregua. Y al minuto 87, otro penal. Otra vez Cauteruccio. Otra vez gol. 3-2.

Cristal ganaba, sí. Pero más allá del resultado, había algo más grande en juego. Había temblado Lima, pero también el equipo. Supo sostenerse en medio del caos. Supo insistir cuando el alma flaqueaba. Supo darles un regalo a esos padres que, contra todo, se sentaron en una tribuna vacía, por problemas dirigenciales y malos resultados, para ver jugar al club de sus amores.

Sereno entre el caos. El técnico de Cristal responde tras vencer a Garcilaso en un partido marcado por goles, penales y un sismo.

En la conferencia de prensa, Autuori saludó a los padres presentes y a los que, como él, sienten temblar la tierra todos los días.
—“Yo soy entrenador. Para nosotros, todo el tiempo tiembla el piso. Así que un sismo más… no pasa nada” —dijo con ironía, como quien sabe que, en el fútbol, cuando no se gana, el primero que cae es el técnico.

Y cerró con una frase que quedó flotando en el aire:
—“Hoy, más allá del resultado, hicimos buen fútbol. Y eso, en días como estos, también vale, este grupo tiene carácter. Lo demostró hoy. Incluso en medio del susto, el equipo se mantuvo enfocado. Y eso vale más que cualquier esquema”, dijo.

La vida continúa. El torneo también. Cristal sube a la sexta posición y sigue en carrera. Pero lo que quedó grabado no fue el marcador. Fue ese instante en que el suelo crujió, y aún así, el fútbol no se cayó.

Por Carlos Sevilla

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