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Yo te esperaba

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Teñida de blanco y rojo: Alejandra Guzmán, la famosa cantante mexicana, se presentó el 7 de junio en Costa 21- San Miguel cantando sus más grandes éxitos en su gira “BRILLA TOUR”/ Fuente: Instagram

La noche del 7 de junio, mientras el Perú conmemoraba el Día de la Bandera, el fervor se volcó hacia otra patria: México. Alejandra Guzmán, la legendaria Reina del Rock, ofreció un espectáculo que desbordó emoción, nostalgia y descontrol. Su regreso a Lima no solo representó un reencuentro con su público peruano, sino también parte de la celebración por sus 35 años de carrera artística, una trayectoria que dejó huella en toda América Latina.

Desde horas antes del inicio, los alrededores del recinto fueron un espectáculo. Personas vestidas como Alejandra imitaron su voz y estilo, entonando sus éxitos frente a grupos de curiosos. Los vendedores ambulantes aprovecharon la ocasión con vinchas, polos, pósters, gorras, stickers, botones y parches con el rostro icónico de la cantante. El ambiente resultó ser una verbena, un tributo masivo, como si se esperara a una diosa más que a una artista.

 

Noche estelar: La diva de México enciende a  limeños en Costa 21 /Fuente: Instagram

El espacio se dividió en zonas bautizadas con nombres de sus canciones: «Reina de Corazones» (Súper VIP – 3,050 personas), «Mírala, Míralo» (VIP – 2,638), «Eternamente Bella» (General – 2,030) y una sección más pequeña de CONADIS (12 personas). Sin embargo, a medida que avanzó la noche, la división entre áreas se diluyó por la euforia.

Alejandra comenzó el concierto con «La Plaga», y en ese momento estalló la locura. En la zona general, el público intentó saltar las rejas para acercarse más, y los vigilantes no se dieron abasto. A esto se sumó otro problema: muchas personas comenzaron a subirse a los asientos para poder verla, tapando la vista de quienes estaban detrás. Los reclamos se multiplicaron y varios exigieron al staff que hicieran algo. Pero era comprensible: todos querían ver, aunque fuera por unos segundos, a la diva de México en todo su esplendor.

El público era diverso, pero predominaban mujeres entre los 35 y 55 años, muchas de ellas vestidas con cuero, botas y maquillaje al estilo rockero, listas para gritar cada verso como si volvieran a vivir su juventud. La noche limeña se impregnó de una nostalgia colectiva, que explotó por completo cuando Alejandra interpretó «Yo te esperaba». Las lágrimas no se hicieron esperar; algunas personas lloraron recordando embarazos, pérdidas o el profundo deseo de tener un hijo. El silencio cargado de emoción que invadió por momentos el lugar fue uno de los momentos más poderosos del show.

A sus 57 años, Alejandra demostró estar más viva que nunca. Bailó sin descanso, hizo bromas con sus jóvenes bailarines —a quienes llamó su “colágeno”— y bromeó diciendo que si no fuera su jefa, “ya hace rato…”, desatando carcajadas del público. También expresó su amor por el Perú y su conexión con la cultura inca, a la que comparó con la riqueza de sus raíces aztecas.

El repertorio fue un viaje a través de toda su carrera: «Eternamente bella», «Reina de corazones», «Un día de suerte», «Mírala, míralo», «Hey güera», «Mala hierba», y por supuesto, «Hacer el amor con otro», que fue coreada a gritos, con lágrimas y voces desgarradas, como una confesión colectiva. Era más que una canción: era un desahogo.

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Velada mágica: Limeñas coreaban los éxitos de “La Guzmán”/ Fuente: Instagram

En ese momento, con «Hacer el amor con otro», se vivió una de las escenas más intensas de la noche. Varias personas se tocaron el pecho y el cuerpo mientras cantaban, como si cada palabra removiera recuerdos. Tal vez evocaban un amor que se fue, uno que dejó huella o una pasión que marcó no solo el corazón, sino también la piel. Fue un instante de catarsis compartida, donde el dolor y la nostalgia se mezclaron con la fuerza del rock y la autenticidad de Guzmán.

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Despedida: La reina de corazones cantó su última canción con un adiós con sabor a música / Fuente: Instagram

La noche culminó cerca de las 11:00 p.m., cuando, tras su última interpretación, Alejandra Guzmán ascendió en una plataforma en forma de diamante que brilló intensamente. Se despidió entre luces, aplausos, gritos y lágrimas. Un cierre digno de una estrella que no se apaga, sino que se eleva.

Por: Jennifer Ayquipa

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