Con los abrigos puestos. El frío avanza tierra adentro, no solo cala en la costa, también alcanza los distritos más alejados. Fuente: Andina
Durante las últimas semanas, Lima ha experimentado temperaturas inusualmente bajas, especialmente durante las primeras horas del día. Según reportes del Senamhi, los termómetros en la capital han descendido hasta los 11 °C en zonas como La Molina y Ate, y la sensación térmica puede ser aún menor en las madrugadas.
Esta situación no solo representa un cambio climático estacional, sino también un reto para miles de limeños que deben salir temprano a estudiar o trabajar, y cuyas rutinas se ven alteradas por el intenso frío.
“Muchas veces no tengo ropa suficiente para el frío. Ya me resfrié varias veces”.
Nélida, una vendedora ambulante del Cercado de Lima, relata que estas temperaturas afectan su salud y desempeño laboral. Como ella, Norma, quien vende desayunos desde las 4:30 a.m., ha tenido que adaptarse usando más ropa y mates calientes para combatir los síntomas físicos que el frío le provoca, como el dolor de garganta y el entumecimiento de manos. Ambas coinciden en que las ventas también han disminuido: “Los clientes no salen tan temprano por el clima”, afirma Rosa, otra comerciante.
Por otro lado, los universitarios tampoco son ajenos al impacto del clima. Alessandra, Valeria y Jeam, estudiantes que inician su día entre las 5:30 y 6:15 de la mañana, comentan que el frío intenso les provoca flojera, somnolencia y baja energía, lo que se traduce en menor concentración durante las clases. “El salón está helado y no me puedo enfocar”, comenta Alessandra.
Cynthia Rivera, licenciada en Psicología por la UNMSM. advierte que estos cambios climáticos no solo tienen efectos físicos, sino también emocionales. “Durante el invierno se registran más casos de depresión estacional. El alejamiento de actividades agradables y el aislamiento social aumentan los niveles de tristeza”, explica. Rivera agrega que las personas más activas suelen verse más afectadas, así como aquellas con una predisposición biológica a trastornos emocionales.
La especialista también señala que el entorno juega un papel importante, Por eso, recomienda mantener rutinas que mantengan la mente ocupada, buscar actividades gratificantes, comunicarse con seres queridos y pedir ayuda si se presentan señales de decaimiento emocional. “Validar las emociones es clave: no se trata de exagerar, sino de comprender que es algo natural y pasajero”, concluye.
La falta de acceso a ropa adecuada, atención médica o espacios protegidos convierte a miles de limeños en una población vulnerable ante las bajas temperaturas. Tal como resalta Rivera, “la salud mental también se ve comprometida cuando la supervivencia física es prioritaria y las necesidades básicas no están cubiertas”.
Por: Angel Chicasaca