“Nunca había salido en algo tan mediático”, contó Jurupe. “Y sí, vi muchos comentarios que culpaban a la víctima. Frases como ‘¿para qué mandan a una mujer al estadio?’, como si fuéramos responsables de lo que nos hacen”.
El caso de Jurupe no es aislado. Las periodistas deportivas en el Perú enfrentan una realidad que va más allá de la cancha: comentarios sexualizados, burlas, acoso callejero e incluso violencia simbólica en espacios laborales o digitales. La calle, muchas veces, es el escenario más hostil para una reportera.
La periodista Andrea Vela, actual conductora del bloque deportivo en América Noticias, también ha vivido situaciones similares. Aunque aclara que en su centro laboral se ha sentido respetada, reconoce que la calle es otra historia. “Muchas veces se me acercan a mandarme un beso o a decirme cosas disfrazadas de halagos que incomodan”, afirmó. “Lamentablemente, es un problema que va más allá del periodismo: es parte de nuestra sociedad”.
Ambas periodistas coinciden en que este tipo de violencia afecta no solo en lo emocional, sino también en lo profesional. Vela recuerda que al inicio de su carrera evitaba ciertos espacios públicos por temor a los comentarios o agresiones. “Antes me costaba más. Si me criticaban en redes, me derrumbaba. Ahora trato de tomarlo como retroalimentación. Pero al comienzo, sí me hizo pensar en dejar de aparecer en espacios donde me expusiera más”.
A esta problemática se suma una cultura que aún minimiza la palabra de la mujer en los espacios deportivos. “He sentido que a veces la opinión de un hombre se toma más en serio que la de una mujer”, dijo Jurupe. “Vivimos en una sociedad machista, y eso también se nota cuando trabajas en el deporte”.
Sin embargo, tanto Vela como Jurupe destacan que la presencia de mujeres en medios deportivos ha crecido y que hoy hay más espacios que antes. Aún así, advierten que el respeto no se garantiza solo con visibilidad. “Hay que dejar de normalizar que una reportera tenga que soportar el acoso como si fuera parte del trabajo”, afirmó Vela.
Frente a esta situación, las instituciones y medios de comunicación aún tienen tareas pendientes. No todos cuentan con protocolos de atención ante el acoso, y en muchos casos, las periodistas deben afrontar solas este tipo de situaciones. En ese sentido, es clave generar mecanismos de protección, formación en enfoque de género y campañas de sensibilización tanto en redacciones como en espacios públicos.
El periodismo deportivo es una profesión exigente, muchas veces sacrificada y siempre expuesta. Para quienes lo ejercen, el micrófono es una herramienta de comunicación, no una invitación a la invasión. Y como dice Jurupe, “no nos mandan al estadio para que nos besen”: las mandan para informar. Y eso merece respeto.
